Claudio Carrieri

Modeladas en cerámica semi-refractaria, cocidas a 1100°C, las esculturas de Claudio Carrieri tienen la forma de una historia, la evocada por un gesto realizado con naturalidad artesanal. La decoración es por tanto caligrafía, la forma escrita de la voz inaudible de ese gesto que poco a poco sale a la luz y toma apariencia.
Las cuerdas de arcilla se convierten en piel historiada. En realidad, las "Osmunde", con su apariencia material de tierra cocida rugosa, están modeladas al borde del vacío, son huellas de la ausencia.
Las asonancias con ciertas formas que pertenecen a un pasado muy lejano, tan lejano como el Paleolítico Superior, se deben más a una especie de redundancia mórfica que a un designio del intelecto, que el autor cree que se manifiesta cuando la acción se apoya en un instinto codificado, que nos une a todos, desde la Edad de Piedra hasta nuestros días, como hombres.
Al repetir el acto primario, origen y fin se entrelazan en una letanía del hacer que se eleva, como una plegaria, desde el fondo hacia un polo sideral oscilante.
Este movimiento circular-utológico del gesto en torno a un centro hueco indica una referencia cósmica, mitológica: un eje femenino que se eleva desde la tierra hacia el infinito; la narración encuentra coincidencia con la forma. Como en un "mandala" tridimensional, aquí se representa un templo contemporáneo.