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The Artisan

La decoración contemporánea de Mingardo

Ilario Mingardo fundó su taller de herrería en Monselice, cerca de Padua, en 1970. Cuarenta años después de la creación del taller, el hijo de Ilario, Daniele, puso en marcha su propia marca para combinar la exquisita artesanía con el diseño contemporáneo. Sus piezas presentan un enfoque minimalista y están forjadas a mano por un equipo de artesanos especializados altamente cualificados.

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Ilario Mingardo fundó su taller de herrería Mingardo en Monselice, cerca de Padua, en 1970. A lo largo de los años, la empresa ha colaborado con arquitectos, empezando por Carlo Scarpa, e importantes instituciones como el Museo del Novecento de Milán, el Parco della Musica de Florencia y el Teatro Petruzzelli de Bari. Cuarenta años después de la creación del taller, el hijo de Ilario, Daniele, fundó su propia marca para combinar la exquisita artesanía con el diseño contemporáneo. Sus piezas presentan un enfoque minimalista y están forjadas a mano por un equipo de artesanos especializados altamente cualificados.

¿Cuál es el secreto de una empresa familiar?

En comparación con una gran empresa, nuestra relación diaria con quienes trabajan aquí es esencial. Cuando vienes a trabajar por la mañana, conectas directamente con tu equipo. Es primordial que haya sinergia en la visión que compartimos y respeto por el trabajo de todos. Podemos confrontarnos, y de hecho lo hacemos, y al principio puede que no siempre estemos de acuerdo, pero al final las distintas aportaciones se unen para crear un producto final mejor. En cuanto a las habilidades, la más importante es la versatilidad. Aquí no se puede ser bueno sólo en una cosa: hay que ser polivalente y rápido y saber hacer mil cosas a la vez.

¿Qué importancia tienen la tradición y la innovación en la creación de sus piezas?

La tradición es esencial. Es nuestro punto fuerte, lo que nos diferencia y da valor y credibilidad a nuestros productos. Sin embargo, para nosotros es importante poder presentarlos con un lenguaje moderno y cercano. Es un equilibrio muy sutil y, si no creamos esa mezcla exacta de tradición e innovación, acabamos perdiendo el valor de la experiencia o fabricando chucherías viejas.

¿Cómo empezó la empresa?

Nuestra empresa empezó hace 50 años con su fundador, Ilario Mingardo, que era carpintero. Su hijo Daniele aprendió en un taller de metal desde niño y en 2013 reinventó el negocio, combinando su experiencia en el trabajo del metal con una pasión visceral por el diseño y las cosas bellas.

¿Cuál es el paso más fascinante en la creación de objetos tan únicos y detallados?

Bueno, cada paso tiene su encanto. Empezamos con la idea, creada junto con el diseñador, luego fabricamos el objeto y, por último, lo vendemos. Sin duda, el momento más especial es por la tarde, cuando se acaba la jornada laboral, se fija el calendario de producción y puedes sentarte a experimentar con lo que hay sobre el papel. Ese es el momento mágico que transforma una idea en una creación, y la adrenalina que sube mantiene vivo el sueño.

Cuéntenos una anécdota relacionada con su experiencia laboral directa.

Uno de los aspectos más fascinantes de nuestro taller es cómo puede aunar un mundo muy "bruto", como el de la metalurgia, con el ámbito extremadamente sensible del diseño. Es una unión rica y fértil que no deja de sorprenderme.


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