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Villa Arnica: Paz en los viñedos

Villa Arnica está rodeada de viñedos y es un impresionante e íntimo refugio rodeado de pintorescos jardines en el centro de Lana, una pequeña ciudad del Tirol del Sur. Visite esta joya de época en las montañas para descubrir el lujo de la vida lenta.

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Construida en 1925 como una íntima casa de huéspedes, Villa Arnica aún conserva su encanto y espíritu vintage únicos, alimentados y preservados por artistas, actores y creativos que acudían aquí desde toda Europa. Klaus Dissertori y su familia decidieron evocar la misma atmósfera chispeante uniendo un atisbo de la Dolce Vita mediterránea con la nostalgia de la grandeza del pasado.

Rodeada por las montañas del Tirol del Sur, pero enclavada en el característico pueblo de Lana, la Villa transporta al huésped a una época pasada, donde disfrutar del placer de la calma en un remanso de paz. La familia impregnó este encantador refugio con un sentido de la historia, el patrimonio y el diseño, para crear un ambiente único donde dejarse llevar por el dulce sonido crepitante de un tocadiscos de época, calentado por la chimenea.

Desde los impresionantes techos de bóveda de crucería hasta los más pequeños detalles, se han conservado la mayoría de las características originales del edificio, para recordar un fuerte sentido de la historia y la elegancia. Se han renovado los suelos de madera en espiga, se han restaurado por completo los preciosos materiales originales y se han retapizado los sofás antiguos. El resultado final es un lugar mágico, donde relajarse y descansar rodeado de piezas de diseño escogidas a mano y una decoración excéntrica.

El mobiliario original se combina con hallazgos del mercado de antigüedades, delicados papeles pintados florales y curiosidades del diseño contemporáneo para dar vida a un hotel moderno en una Villa centenaria caracterizada por sus valores antiguos.

El espacio interior evoca y recuerda la naturaleza circundante, con una selección de colores apagados como el salvia, el mostaza y el terracota. Las ventanas abren el espacio a vistas de viñedos, manzanos y palmeras, un excelente complemento para este refugio urbano. El amplio jardín es el lugar perfecto para pasar el día con un libro de la biblioteca y dominar el arte de no hacer nada en un entorno íntimo.

El huésped debe salir con una sensación familiar, como si hubiera pasado una temporada en la casa de un amigo.

La visión original del primer propietario de Villa Arnica era crear una casa con una sensibilidad genuina, un lugar donde el visitante pudiera sentirse como en casa. El mismo espíritu fue el punto de partida de los actuales propietarios, combinando el respeto por el pasado con una visión moderna.

También la cocina local refleja los mismos principios: el entorno natural que rodea la villa sustenta una fuerte tradición agrícola. Dependiendo de la temporada es posible degustar platos locales realizados con ingredientes caseros manteniendo la fe en la filosofía del jardín a la mesa.