Conozca al artesano: Locchi

En el corazón de Florencia, en el barrio llamado "Oltrarno", hay un antiguo palacio en via Burchiello, sede del taller Locchi, un lugar que se ha hecho famoso en todo el mundo por restaurar objetos preciosos de cristal desde finales del siglo XIX. En sus salas se reúnen coleccionistas, anticuarios, conservadores de museos y clientes particulares para restaurar sus piezas. La signora Paola y su nuera Giovanna representan a la actual generación de esta familia de artesanos. "Todo tiene solución", afirman. Con piedras de afilar antiguas y utilizando técnicas tradicionales, Paola y Giovanna Locchi restauran ánforas del siglo XIX, copas del siglo XVIII y otros objetos preciosos y, al mismo tiempo, crean sofisticadas colecciones art déco de finas piezas de cristal hechas a mano con moldes del siglo XVIII.

Háblenos de sus productos y de lo que los hace especiales.

Lo que hace especiales nuestras piezas es el proceso artesanal. Nuestros objetos se soplan con la boca y se muelen a mano con muelas de piedra o cobre. En nuestro taller se respira el mismo aire que hace 200 años. La única diferencia es que las muelas no se accionan con pedales, sino eléctricamente.

¿Podría describirnos su proceso de producción?

Cuando un cliente nos da un objeto para restaurar, lo tratamos con sumo cuidado: investigamos sobre él, planificamos el trabajo para obtener el mejor resultado final y completamos la pieza exclusivamente a mano.

Cuéntenos la historia de la empresa.

Nuestra empresa nació casi por casualidad. En 1920, Italo Locchi se hizo cargo de un antiguo taller de vidrio que había comprado su padre. Demostró buenas dotes empresariales y un gran talento para la decoración manual del vidrio y el grabado, convirtiéndose en un gran grabador y poniendo en marcha una empresa familiar. El taller creció bajo su dirección y, en los años 50, se trasladó de su ubicación inicial a la actual, en via Burchiello, centrándose cada vez más en la restauración.

¿Quiénes son las personas más importantes de su empresa?

Cuando Italo murió, su nuera (que se dedicaba a un trabajo completamente distinto como periodista) heredó el taller. Fue amor a primera vista. Hoy, cuatro artesanos trabajan junto a Paola y Giovanna Locchi. No los consideramos empleados, sino colaboradores. Somos una gran familia y dentro de poco entrará en el taller la cuarta generación: el nieto. Estamos muy orgullosos de ello.

¿Cómo influye el entorno en su trabajo?

Florencia es la ciudad del arte y la artesanía. Por desgracia, hoy en día no quedan muchos artesanos auténticos, y los que seguimos trabajando tenemos que aguantar.

¿Hay algún proyecto del que se sienta especialmente orgulloso?

Hay muchos proyectos de los que estamos orgullosos, pero queremos proteger la intimidad de nuestros clientes y no daremos nombres. También estamos orgullosos de nuestra propia producción, entre los objetos que creamos están la reproducción del cáliz del Baco de Caravaggio, un jarrón sacado de un cuadro de Veronese, una jarra soplada a boca que aparece en El banquete en el bosque de Botticelli. También tienen mucho éxito nuestras copas con monogramas, stemma y corona.